domingo, 1 de marzo de 2009

La rebelión de los bóxers


Se conoce por rebelión de los boxers al movimiento insurgente chino que se produjo en China entre 1899 y 1901,y que fue el resultado de una serie de hechos y acciones, que habían sido vistas por los chinos como una amenaza y una humillación.

Las disputas entre Gran Bretaña y China, comenzaron con la primera Guerra del Opio, por la que el Gobierno chino quería ilegalizar el negocio con dicha droga. Por el contrario, el gobierno británico se negaba a abandonar el tráfico y la producción de opio, ya que para ellos representaba una gran fuente de ingresos, por lo que tras varios enfrentamientos, el Ejército chino fue derrotado, y además Gran Bretaña exigió varias condiciones de victoria: cesión perpetua de la isla de Hong Kong a los británicos y permiso de comercialización del opio. Pero éste no fue el último golpe que sufrió el pueblo chino en su orgullo, ya que tanto rusos, como franceses y japoneses (contra éstos últimos perdió otra guerra, en 1895), fueron aumentando su influencia y presencia en suelo chino.

Esta serie de sucesos, fueron vistos por el pueblo chino como una auténtica ofensa, en especial, debido a la pérdida continua de territorios que eran propios y que paulatinamente, pasaban a estar en manos de los extranjeros a los que tanto despreciaban. En este marco de odio y xenofobia, el grupo Yihetuan (denominados bóxers (“boxeadores”) por las artes marciales que practicaban), inició una serie de revueltas e insurrecciones en distintos puntos del país asiático con un único fin: expulsar al extranjero opresor.


Uno de las principales personalidades de la rebelión de los bóxers, fue la emperatriz Cixi, que utilizó a los bóxers como cuerpo de lucha frente al extranjero y frente a los misioneros cristianos que en esa época llegaban a China. Además, Cixi promulgó una serie de leyes favorables a los bóxers, y que favoreció y facilitó la actuación de éstos como medida de choque.

La situación tomó tintes trágicos tras los continuos asedios de los bóxers, que además contaban entre sus filas con algunos soldados imperiales, a las embajadas extranjeras en China. Tras el asesinato, el 20 de junio de 1900, del embajador alemán en China, el Barón Klemens von Ketteler, las potencias extranjeras declararon abiertamente la guerra a China, al igual que hizo el país asiático frente a dichas potencias, lo que supuso que los diplomáticos extranjeros tuviesen que defenderse de los bóxers con sus propios medios, a la espera de la llegada de fuerzas militares extranjeras.


La situación traspasó las fronteras, y debido a las continuas acciones tan sangrientas protagonizadas por los bóxers, se creó un sentimiento antichino en gran parte del mundo occidental. Además, desde el exterior y como respuesta a los ataques sufridos en suelo chino, ocho países (Alemania, Austria-Hungría, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia) formaron la llamada Alianza de las ocho naciones, que tenía como fin último la victoria frente a los bóxers chinos. Las fuerzas que dicha alianza desplegó en suelo chino en julio del año 1901, estaban bajo el mando del británico Gaselee, y no encontraron resistencia en su labor por liberar a los diplomáticos que habían sido tan castigados por los bóxers, e incluso tras lograr la liberación de éstos, saquearon y maltrataron a la sociedad china, para así evitar todo nuevo intento de insurrección.

El final de esta rebelión se produjo el 7 de septiembre de 1901 cuando la dinastía Qing aceptó la firma de un nuevo tratado, el Tratado de Xinchou o “Protocolo Bóxer” desfavorable a los intereses del pueblo chino, y que favorecía a las potencias extranjeras.

Esta rebelión ha sido protagonista de multitud de películas y obras literarias. valga como ejemplo este extracto de la película "55 días en Pekín"

1 comentario:

hortensio farwel dijo...

Una infamia contra el pueblo chino y su dignidad.Las guerras del opio. Y como raro, los gringos metidos a ver que tajada sacaban.