martes, 14 de abril de 2009

Apología de la II República española



14 de Abril de 1931: En las calles hay un estallido de júbilo que poco a poco inunda toda la ciudad de Madrid. Y es que hoy, tras varios años de una situación política un tanto convulsa, al fin parece llegar a España no sólo la VERDADERA democracia, sino también un nuevo camino que llevaría a nuestro país al nuevo siglo, tanto en el ámbito social como en el cultural.

La II República (1931-1939) ha sido, junto a la Transición democrática, la época histórica en la que el pueblo español se ha visto involucrado de una forma más directa, y con un mayor afán de superación. La República llegó a nuestro país de mano de unos idealistas, unos intelectuales cuyo único delito imputable era el sueño de una España mejor, adaptada a los tiempos, y en la que la educación, la igualdad social y la promulgación de la cultura ocuparían una posición privilegiada en los planes futuros del Gobierno republicano.


Pero 78 años después, la República parece haber quedado en el olvido. Brillan por su ausencia los homenajes y los actos de conmemoración a la hora de recordar a estos idealistas de mediados del siglo XX, que deseaban hacer de aquella España atrapada en la religiosidad y las tradiciones, un lugar mejor, pero que se vieron frenados tanto por la entrada de la CEDA en el Ejecutivo en el año 1934, como por la sublevación militar del 18 de Julio de 1936, y que marcaría el inicio del fin de la utopía republicana, una semejanza a la Atlántida de Platón, pero que jamás llegó a madurar en el poder político español, así como si lo hizo en los millones de españoles que cada 14 de Abril recuerdan con el corazón en un puño y una lágrima recorriéndoles la mejilla, aquella auténtica “fiesta de la racionalidad y la humanidad”, que se llevó a cabo un 14 de Abril de 1931.



Dedicado a Manuel Azaña, Niceto Alcalá Zamora, Miguel Maura, Martínez Barrio y demás miembros del Gobierno Provisional que hicieron posible durante poco más de 8 años, el sueño de muchas generaciones de españoles


martes, 7 de abril de 2009

La guinda al pastel de los Austrias: El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial

Hoy vamos a hablar de uno de los monumentos más importantes de la geografía española en general y de la madrileña en particular. Y es que el monasterio de San Lorenzo de El Escorial ha sido conocido como la “octava maravilla del mundo”, a pesar de su no inclusión en la elección de las nuevas “7 maravillas del mundo”.

El Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, se sitúa en el pueblo homónimo. Su extensión abarca algo más de 33000 metros cuadrados, que hacen del lugar un marco incomparable para disfrutar de la naturaleza que rodea al monumento. Su construcción se llevó a cabo entre 1563 y 1584, y son varias las hipótesis acerca del porqué de su emplazamiento y del porqué de su construcción.

Felipe II era el monarca más importante de su tiempo, y era poseedor de un imperio cuyas extensiones iban más allá del continente europeo. Tras la victoria en la batalla de Saint-Quintin el 10 de Agosto de 1557, Felipe II decidió conmemorar dicha victoria con el levantamiento de un templo que le encumbraría a él como el valuarte de la Cristiandad. Y es que Felipe II se convirtió en el principal valedor en la defensa de la Crisitiandad, por lo que son múltiples las comparaciones de dicho monasterio con el bíblico Templo de Salomón, basadas en varios datos y revelaciones, que hacen suponer el deseo del monarca español de construir en Madrid un nuevo templo de referencia para el Cristianismo.

El proyecto fue encargado a Juan Bautista de Toledo, pero fue finalmente Juan de Herrera el encargado de acabar el proyecto. Con este monumento, Juan de Herrera se convirtió en uno de los arquitectos más influyentes de la época, ya que el estilo del que dotó al complejo escurialense, le hizo impulsor de un nuevo estilo: el herreriano. Este estilo, se propagó de sobremanera por la zona de la Sierra del Guadarrama, y se caracterizó por su sobriedad y austeridad, además de por la continua presencia del granito como material de construcción.


Pero el Monasterio, no sólo se construyó para tal finalidad. Además de desarrollar una función de monasterio, el monumento también se construyó con fines de servir como palacio para la Corte, colegio, biblioteca,etc. Además posee una de las bibliotecas más importantes de su época, en la que se encuentran depositados más de 40000 volúmenes y que muestran la gran importancia que pudo tener en la propagación de conocimientos durante el reinado de Felipe II.

Como conclusión, cabe destacar que han sido varios los personajes ilustres que se han visto absorbidos tanto por la majestuosidad del monasterio como por su significado, ya que es visto aún en la actualidad, como una muestra de la importancia que nuestra nación tuvo en el devenir de la humanidad durante la época de los Austrias, y en especial, de Felipe II.

"...nadie ve El Escorial sin Ilenarse de gloria, de orgullo nacional (...), él
recuerda el poder, la riqueza, la civilización, los vastos conocimientos e
influjo de esta gran nación en el siglo XVI (..), él escita la admiración y aun
la envidia de las Naciones extranjeras." Quevedo


domingo, 5 de abril de 2009

Aproximación a una figura histórica I : Nerón

Con esta entrada, se inaugura una sección en este blog, la cual estará destinada a desempolvar todo lo que rodea a algunos de los personajes más importantes de la historia de nuestro planeta.

Hoy, el primer capítulo de dicha sección, está dedicado a Nerón, uno de los emperadores romanos sobre el que más se ha escrito, y que posee una de las personalidades más deformadas por la historiografía en el transcurso de los tiempos.

Nacido el 15 de diciembre del año 37 de nuestra era, Nerón fue fruto de la unión matrimonial entre Agripina y Cneo Domicio Ahenobarbo. Más tarde, su madre se volvió a casar, pero esta vez con el César (Claudio), por lo que Nerón ascendió al poder tras la aceptación de Claudio, convirtiéndose en el último emperador romano de la dinastía Julio-Claudia.
Tras la muerte de Claudio por envenenamiento (asociada a Nerón), Nerón ascendió al poder el 13 de octubre del año 54, en detrimento de Británico, hijo biológico de Claudio, pero que fue asesinado (probablemente por orden de Nerón).

Cuando Nerón llegó al poder, se encontró con un Imperio en expansión, y que ya abarcaba la mayor parte de la cuenca del Mare Nostrum (Mar Mediterráneo), por lo que se vió inmerso en una ardua tarea que le llevaría a la posteridad.

Cabe destacar que Nerón tuvo dos versiones, dependiendo del cristal con el que se mirara. Para los cristianos, era visto como el Anticristo ya que fue el responsable de las muertes de Pablo y Pedro, y comenzó, además, las persecuciones contra los cristianos en la ciudad de Roma. Los judíos también le veían con malos ojos ya que le culpaban de la destrucción del Templo de Salomón. Paradójicamente, Nerón conocía la profecía que le auguraba la destrucción de dicho templo, por lo que se convirtió en prosélito de dicha religión, y se convirtió en el punto inicial de una gran familia rabínica que tuvo un gran papel en la diáspora judía.

Pero por otra parte, en las zonas del Imperio Romano que contenían antiguas poblaciones helenas, Nerón fue visto con buenos ojos, debido a que fue él quien otorgó la indepencia a la Hélade, provocando la exención tributaria a los habitantes de la zona.

Una de las causas que forjaron la personalidad tan atormentada de la que hacía gala Nerón, fue la fuerte disputa política que se desarrollaba en Roma en el momento en el que él llegaba al poder. Por una parte, Séneca, que se había ocupado de la educación del joven emperador, abogaba por una política romana que aunase la monarquía absoluta greco-oriental y la armonía social, lo cual favorecería a la aristocracia terrateniente y a la financiera. Por otro lado, su madre Agripina pretendía seguir el modelo de Claudio y crear una administración imperial independiente del Senado.

Nerón, haciendo oídos sordos a los consejos que recibía tanto de unos como de otros, deseó crear un sistema en el que el Senado tuviese un papel secundario, sirviendo como simple colaborador al Emperador, y dedicándose de forma exclusiva al mando de los ejércitos y al gobierno de las provincias romanas.
Otro de los aspectos a destacar del mandato de Nerón, fue su deseo de acercarse a las clases más bajas de la sociedad imperial romana. Para ello, no sólo introdujo ciertos espectáculos provenientes del mundo helenístico, sino que llevo a cabo varias reformas fiscales que buscaban debilitar el poder de los ricos, y facilitar la existencia a unas clases bajas que en la época contaban con unos recursos económicos muy deficientes. Un ejemplo de estas reformas fiscales, fue la unificación de todas las monedas de la cuenca mediterránea bajo un mismo patrón, lo que supuso una reactivación de la economía de las provincias orientales.

En sus últimos años de mandato, el sueño de Nerón de impregnar a la sociedad romana de una cultura greco-oriental no fue posible, debido en gran medida a la multitud de conflictos bélicos que en ese momento atenazaron el devenir del Imperio Romano, y que de una forma u otra, propiciaron la decisión de Nerón de suicidarse un 6 de Junio del año 68, acabando así con una vida cargada de oscurantismo, pero que también tuvo ciertos momentos de brillantez.